WASHINGTON, Estados Unidos.- El gobierno del presidente Donald Trump enfrenta una importante prueba a su política sobre Venezuela en momentos en que el líder opositor Juan Guaidó, animado por el respaldo expreso de Estados Unidos, pide a los militares del país que den la espalda al mandatario Nicolás Maduro y organiza protestas para forzar su salida.
En su mayor intervención política y diplomática en América Latina en años, el gobierno de Estados Unidos aplicó sanciones contra Venezuela, contra sus autoridades, el sector petrolero y los bancos.
Ahora, con menos herramientas y el aparente debilitamiento de las protestas el miércoles, Trump podría sufrir un revés si la campaña de Guaidó no logra un alzamiento generalizado contra Maduro.
El apoyo de los militares
Las autoridades estadounidenses confiaron en que se iniciaría rápidamente una revuelta militar contra Maduro después de que Washington reconoció a Guaidó como presidente. Sin embargo, la mayoría de los oficiales siguen leales al mandatario venezolano.
El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, y otros colaboradores de Trump se enfadaron el martes por lo que consideraron el fracaso de tres autoridades de alto rango, ahora leales a Maduro, que habían negociado con la oposición un cambio de bando, pero luego recularon.
El Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo que Maduro iba a irse del país el martes, pero que Rusia lo convenció de quedarse. El Kremlin niega que eso haya ocurrido.
El nudo financiero
Hay muchas dudas acerca de si la oferta de Guaidó, de otorgar una amnistía, y las promesas de Washington, de que levantará sus sanciones, serán suficientes para llevar a que gran cantidad de militares le den la espalda a Maduro.
El Gobierno de Trump basa su política contra Maduro en las sanciones económicas, que buscan frenar el flujo de efectivo de la administración venezolana. Podría sumar más nombres a su lista negra de bancos, compañías e individuos, aunque no está claro si esto tendría un impacto significativo.
Los potenciales objetivos son la petrolera española Repsol , la estatal rusa Rosneft y la india Reliance Industries, lo que implica arriesgarse a crear un conflicto con los gobiernos de los paises donde están radicadas las casas madre de estas empresas.
La alternativa armada
Trump y sus asesores repiten que la opción militar “está sobre la mesa”, pero hay dudas de que, mientras está tratando de sacar a Estados Unidos de Siria y Afganistán, esté dispuesto a afrontar un nuevo conflicto en el extranjero.
El Pentágono le restó importancia el miércoles a cualquier preparación de una acción militar en Venezuela, pero admitió que tiene un plan de contingencia. Unas horas antes, Pompeo dijo que Estados Unidos estaba preparado para actuar militarmente “si eso es lo que se requiere”. No obstante, insiste en que la presión diplomática y económica es el mejor camino para ayudar a la caída de Maduro.
Presión a Rusia y a Cuba
El gobierno de Trump se ha vuelto cada vez más crítico de Rusia y Cuba, países a los que acusa de apuntalar a Maduro, un aliado incondicional. Pero ni Moscú ni La Habana están haciendo caso a las advertencias estadounidenses.
Pompeo dijo al ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, que la intervención de Moscú “desestabiliza” las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.
Según la cancillería rusa, Lavrov le respondió que, si Wahington impone más medidas agresivas en Venezuela, esas acciones tendrían consecuencias graves.
Rusia, que suministró armas y préstamos a Venezuela y -recientemente- envió a un centenar de militares, dice que Washington está tratando de fomentar un golpe de Estado.
El martes, el presidente estadounidense amenazó a Cuba con “un embargo total, junto con las sanciones de más alto nivel” si el Gobierno de la isla caribeña no retira su apoyo militar al régimen de Maduro.
Funcionarios estadounidenses dijeron que Cuba tiene entre 20.000 y 25.000 efectivos militares y de inteligencia en Venezuela, una acusación que La Habana ha negado reiteradamente. (Télam)